Inseguridad ciudadana y salud mental: una respuesta desde la comunidad

Ocho de cada diez peruanos temen por su seguridad. Socios En Salud recomienda cuidar su salud mental desde el acompañamiento.

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Jue, Oct 9 2025

La inseguridad ciudadana en Perú ha escalado a niveles críticos. Según un reciente reporte del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), alrededor del 85% de la población urbana siente que podría ser víctima de un delito en los próximos meses. Esta situación genera un fuerte impacto en la salud mental, tanto a nivel individual como colectivo. 

“Entre las reacciones más comunes a este contexto se encuentran el miedo constante, la sensación de vulnerabilidad, el estrés crónico e incluso síntomas depresivos”, sostiene Margot Aguilar, profesional del programa de Salud Mental (SAME) de Socios En Salud (SES).  

Este escenario es corroborado con datos del Ministerio de Salud (MINSA), que registra un aumento sostenido de los trastornos de ansiedad en los últimos cinco años, con mayor incidencia en áreas periurbanas donde la delincuencia es más frecuente. 

De acuerdo con el MINSA, los cuadros de ansiedad, insomnio y estrés no surgen al azar: hasta cuatro de cada diez están vinculados con experiencias de violencia o miedo constante a ser víctima de un delito. En ciudades marcadas por la delincuencia, los adultos jóvenes y las mujeres son quienes más sufren las consecuencias emocionales de vivir en alerta. 

Esta misma realidad se refleja en las intervenciones de salud mental de SES, donde especialista reportan un aumento notable de consultas por ansiedad, ataques de pánico y alteraciones del sueño, sobre todo en distritos donde la percepción de riesgo delictivo es más alta. “A nivel comunitario, puede generar un clima de tensión, desconfianza y aislamiento, lo que debilita la interacción social”, señala Aguilar.

El poder del acompañamiento comunitario 

Frente a este panorama, el acompañamiento comunitario emerge como una herramienta fundamental para la recuperación emocional. SES, a través de su programa de Salud Mental, promueve espacios donde un grupo de personas pueden compartir experiencias, identificar soluciones colectivas y reconstruir el sentido de pertenencia. 

“Cuando alguien se siente escuchado y apoyado, disminuye significativamente su miedo y ansiedad”, explica Aguilar. Los círculos de apoyo, las visitas domiciliarias y las actividades comunitarias permiten restablecer la confianza y fortalecer la resiliencia. En estos espacios, el miedo se transforma en diálogo, y el aislamiento en vínculo. 

Es en estos grupos donde se inserta el trabajo de los Agentes Comunitarios de Salud (ACS), pues son personas de la comunidad y su participación es clave. Los ACS no solo brindan soporte emocional en los hogares, sino que también acompañan a las personas con problemas de salud mental y les brindan acompañamiento o los vinculan a los servicios de salud, asegurando la atención o la continuidad de sus cuidados. Este tipo de acompañamiento cercano, cálido y constante ha demostrado reducir los niveles de ansiedad y fomentar la búsqueda activa de ayuda profesional. 

De lo individual a lo colectivo 

Una diferencia esencial del enfoque de Socios En Salud es la integración de acompañamiento comunitario en sus intervenciones. Mientras el tratamiento individual se centra en los síntomas de cada persona, el acompañamiento comunitario permanece a su lado durante todo el proceso. Como señalaba Paul Farmer, este acompañamiento no concluye cuando el profesional lo decide, sino cuando la persona siente que puede afrontar por sí misma las dificultades. 

“Trabajamos con las familias, los barrios y las redes locales para fortalecer la salud mental”, señala la especialista del programa SAME. Esta perspectiva permite identificar no solo casos de riesgo, sino también oportunidades de prevención, redes de apoyo y reinserción social, logrando sostener emocionalmente a las personas y a las comunidades. 

Un ejemplo muy cercano ocurrió con un grupo de madres gestantes que forman parte de un proyecto de SES. Muchas de ellas temían responder llamadas desconocidas por temor a extorsiones, lo que dificultaba su atención. Gracias al acompañamiento conjunto de psicólogas y agentes comunitarias, lograron recuperar la confianza, vincularse nuevamente y participar en actividades grupales. Hoy, esas madres cuentan con un soporte emocional constante y redes de cuidado mutuo. 

Construir seguridad emocional desde la comunidad 

Combatir la inseguridad ciudadana implica también fortalecer la seguridad emocional. La labor de Socios En Salud demuestra que la respuesta no pasa solo por reforzar la vigilancia o las leyes, sino también por cuidar la salud mental de quienes viven con miedo. 

El acompañamiento comunitario no elimina el delito, pero sí reduce su impacto psicológico: permite que las personas se reconozcan unas a otras, recuperen la confianza y sientan que no están solas. En un contexto donde la incertidumbre es cotidiana, acompañar —con empatía, presencia y escucha— puede ser el acto más transformador.