Hablar de salud mental en la etapa adulta mayor sigue siendo una deuda pendiente en el Perú. Cada 10 de septiembre, el Día Mundial de la Prevención del Suicidio nos recuerda que la depresión y la ideación suicida en personas mayores no solo son realidades dolorosas, sino también un desafío urgente para el sistema de salud.
Las cifras recientes revelan la magnitud del problema. Según el Ministerio de Salud (MINSA), en 2024 se atendieron 256,563 casos de depresión, de los cuales el 17.6 % correspondió a personas mayores de 60 años. Ese mismo año se reportaron 735 suicidios consumados y 6,910 casos de lesiones autoinfligidas. Solo en enero de 2025 ya se habían registrado 74 suicidios y 445 autolesiones, una señal de la persistencia de esta crisis silenciosa.
En promedio, el país enfrenta nueve conductas suicidas al día, y la depresión está presente en ocho de cada diez casos. Sin embargo, la mayoría de las personas adultas mayores afectadas no recibe un diagnóstico ni un tratamiento oportuno, lo que agrava su vulnerabilidad.
El contexto poblacional refuerza la urgencia de actuar. Hoy, en el Perú viven más de 4 millones de adultos mayores, que representan el 12.7 % de la población nacional, más del doble que en 1950. Este rápido envejecimiento demográfico exige repensar cómo cuidamos la salud mental en la vejez y cómo garantizamos que las personas mayores vivan con bienestar, acompañamiento y dignidad.

Las personas mayores son parte de la población a la que el programa de Salud Mental de SES brinda atenciones.
Foto de SES
¿Qué es la depresión en adultos mayores y cómo se diferencia?
“La depresión en adultos mayores no siempre se presenta igual que en personas jóvenes”, explica Margot Aguilar, especialista del Programa de Salud Mental (SAME) de Socios En Salud. “Los síntomas suelen ser más silenciosos y muchas veces se confunden con el envejecimiento o con enfermedades crónicas”.
Entre los signos más comunes, Aguilar menciona la apatía, la pérdida de interés en actividades cotidianas, la fatiga persistente, los problemas de sueño y de apetito, así como dolencias físicas sin causa aparente. Esta ambigüedad hace que el diagnóstico se retrase y que muchas personas no reciban la ayuda que necesitan.
Según la especialista, es clave entender que la depresión “no es parte natural de la vejez”. A esto se suma la ideación suicida, que puede expresarse en pensamientos recurrentes sobre la muerte, en la sensación de inutilidad o incluso en la planificación de quitarse la vida.
Los factores de riesgo más frecuentes en esta etapa incluyen la pérdida de la pareja, la reducción de redes de apoyo, el deterioro de la autonomía y el aislamiento social. “La soledad es uno de los principales detonantes de la depresión y los pensamientos suicidas en personas mayores”, enfatiza Aguilar.
En promedio, el país enfrenta nueve conductas suicidas al día, y la depresión está presente en ocho de cada diez casos.
Recomendaciones para prevenir la depresión y el suicidio en adultos mayores
La prevención de la depresión y la ideación suicida en adultos mayores requiere un enfoque integral que involucre al sistema de salud, las familias y la comunidad. “Una de las prioridades es la detección temprana, mediante la capacitación del personal de atención primaria para identificar señales de alerta y conductas de riesgo”, afirma Aguilar.
El fortalecimiento de redes de apoyo afectivas también es fundamental. “El acompañamiento de familiares y vecinos puede reducir la soledad y el aislamiento, dos de los principales detonantes de la depresión en esta etapa de vida”, indica la especialista. A ello se suma la necesidad de garantizar acceso a servicios especializados, desde atención psicológica hasta intervenciones psiquiátricas adaptadas a esta población.
Asimismo, se requiere desarrollar campañas de sensibilización que informen sobre las señales de alarma y las rutas de atención disponibles. Esto debe ir acompañado de la difusión de líneas de ayuda como la Central 113 Salud, así como el fortalecimiento de los Centros de Salud Mental Comunitaria.
Finalmente, los Centros Integrales de Atención a la Persona Adulta Mayor (CIAM) cumplen un rol clave en la promoción del bienestar físico, psíquico y social. Reforzar su presencia en las comunidades permitirá brindar a las personas mayores espacios seguros donde recibir cuidado, acompañamiento y apoyo emocional.

El acceso a la salud mental viene fortaleciéndose en la población adulta mayor, gracias a estrategias que Socios En Salud comparte con el sistema público.
Foto de SES
Lo que hace Socios En Salud para prevenir la depresión y el suicidio
En el marco del Día Mundial de la Prevención del Suicidio, Socios En Salud reafirma su compromiso con las poblaciones vulnerables, en especial con las personas adultas mayores. Conscientes de que este grupo requiere estrategias específicas, el programa de SAME ha puesto en marcha intervenciones comunitarias que combinan cercanía, acompañamiento y evidencia científica.
Una de las principales es “Haga más, siéntase mejor”, basada en la activación conductual. Esta intervención consta de nueve sesiones que se desarrollan en el domicilio de las personas adultas mayores, lo que elimina barreras de acceso y garantiza una atención más humana. Las sesiones son acompañadas por agentes comunitarias pares, mujeres adultas mayores capacitadas para brindar apoyo emocional y facilitar la adherencia al proceso.
“Creemos firmemente que las personas adultas mayores tienen derecho a una atención digna, adaptada a sus necesidades y centrada en el acompañamiento comunitario. Escuchar, apoyar y cuidar su salud mental es una responsabilidad colectiva que reafirmamos cada día”, concluye Aguilar.