El suicidio es un problema de salud pública sobre el que todavía pesan muchos estigmas, y que cobra más de 700 mil vidas cada año en el mundo (OMS). Desde el 2003, la OMS y la Asociación Internacional para la Prevención del Suicidio (IASP, por sus siglas en inglés) establecieron el 10 de septiembre como el Día Mundial para la Prevención del Suicidio, con la misión de crear conciencia y promover iniciativas que contengan la ideación suicida.
El Perú no es ajeno a esta realidad. De acuerdo con el Sistema Informático Nacional de Defunciones (Sinadef), en los últimos diez años se registraron más de 6000 decesos por suicidio. Su origen involucra trastornos mentales como la depresión, pero no se trata del único.
“Las ideas suicidas también pueden presentarse ante situaciones imprevistas que generan una fuerte impresión a nivel emocional, comúnmente dolor ante una pérdida real o imaginaria”, comenta María Fernanda Amézquita, psicóloga del Programa de Salud Mental (SAME) de SES.
Las señales de alerta incluyen expresiones de desesperanza, aislamiento, cambios drásticos en el comportamiento, y la mencionada ideación suicida, que demanda atención y apoyo inmediato.
Estigmas sobre el suicidio: comprendiendo la realidad
Las ideas preconcebidas y mitos sobre el suicidio no solo agravan el sufrimiento silencioso de quienes luchan contra estos pensamientos, sino que también dificultan la prevención y búsqueda de ayuda.
Las personas que luchan con pensamientos suicidas a menudo temen ser juzgadas o rechazadas si hablan sobre lo que sienten, por lo que optan por aislarse. Por ello, es crucial desterrar algunos estigmas y comprender la complejidad del suicidio para abordar de manera oportuna su prevención:
- Las personas que se suicidan son débiles y cobardes: Las personas que atraviesan pensamientos suicidas están atrapadas en una batalla interna abrumadora. Superar este escenario requiere de atención médica especializada, así como una gran fortaleza de la que podemos ser parte dejando atrás la estigmatización y creando espacios seguros para el diálogo.
- Solo quieren llamar la atención, la persona que quiere suicidarse lo hace y ya: La falta de conocimiento y conciencia sobre el trasfondo emocional de una ideación suicida hace que muchas personas subestimen estos pensamientos cuando alguien cercano se los comenta. “Cuando identificamos a una persona que presenta ideación suicida es clave comunicar la situación a la familia o a personas cercanas para reforzar la supervisión, así como recibir atención especializada en salud mental», explica Amézquita.
- Los suicidas tienen trastornos mentales: Una persona puede vivir con trastornos mentales y no manifestar pensamientos suicidas, del mismo modo que una persona que se ha quitado la vida puede que nunca haya padecido trastornos mentales. Este estigma produce que las personas que no padecen trastornos mentales, pero que están lidiando con pensamientos suicidas producto de una crisis o una situación imprevista, no busquen ayuda especializada por temor a ser juzgadas o etiquetadas.
- Seguro estaba arrepentido de algo, es su culpa: A menudo se culpa a las personas suicidas por su propia muerte, lo que agrava aún más el desconocimiento sobre esta problemática y el sufrimiento de sus seres queridos. Sin embargo, la mayoría de las personas que fallecen por suicidio lucharon con enfermedades mentales graves, como la depresión, que afectaron su capacidad para tomar decisiones racionales.
De acuerdo con Amézquita, todos estamos convocados para hacer frente a estos y otros estigmas que frenan la prevención y el tratamiento de la ideación y conductas suicidas.
“Es importante fortalecer la importancia y el autocuidado de la salud mental en instituciones educativas, tanto para estudiantes como para padres/apoderados, así como normalizar y validar las emociones, sean agradables como desagradables. Hay que comprender las consecuencias mortales que puede provocar un trastorno de salud mental no tratado a tiempo”, explica la especialista.
Ideación suicida en grupos más vulnerables
Si bien esta problemática no distingue edades ni factores socioeconómicos, la OMS destaca que los grupos vulnerables y discriminados, así como los adolescentes, presentan tasas altas de suicidio.
Comunidad LGBTIQ+
La discriminación y violencia por razones de orientación sexual, identidad y expresión de género afectan la salud mental de las personas LGBTIQ+, sobre todo en sociedades extensamente machistas y homofóbicas como la peruana.
Según la Primera Encuesta Virtual para Personas LGBTI del INEI, el 62.7 % de encuestados manifestó haber sufrido experiencias discriminatorias y/o de violencia de algún tipo, de los cuales, 38.9 % presentaron pensamientos suicidas.
Estas cifras no son distantes en países de altos ingresos como Estados Unidos, donde según la ONG The Trevor Project, al menos 41 % de jóvenes entre 13 y 24 años ha pensado en terminar con su vida producto de la discriminación que les toca padecer en ámbitos diversos, desde el hogar hasta la escuela o universidad.
«Esto afecta enormemente la autoestima y la proyección de metas en un futuro. Muchas personas de la comunidad LGTBIQ+ suele considerar un desafío vivir y afrontar las adversidades; en otras esto se convierte en un problema de salud mental como la depresión”, explica Amézquita.
La psicóloga María Fernanda Amézquita durante una visita a Brenda, una mujer transgénero que luchaba contra la depresión e ideación suicida.
Reconocer a la Comunidad LGBTIQ+ como una población vulnerable y en riesgo de padecer problemas de salud mental, producto de la discriminación y violencia física, verbal y sexual que han sufrido históricamente, es el primer paso para entender la dimensión de esta problemática.
El siguiente paso puede empezar con acciones simples en apariencia, pero con un gran significado: desde llamar a una persona LGBTIQ+ por el pronombre o nombre social con el que se identifica, hasta no reproducir bromas, mensajes o discursos de odio contra las personas LGBTIQ+.
Adolescentes
Según datos del Sinadef (2021), la tasa de suicidios en adolescentes (12 a 17 años) es de 3.6 por 100 mil habitantes, superior a la tasa nacional de 2.2 por 100 mil habitantes.
La adolescencia es ampliamente reconocida como una etapa de cambios físicos y emocionales profundos, que sin acompañamiento adecuado y aptitudes socioemocionales puede volverse tormentosa.
La necesidad de permanencia y aceptación en un grupo social es uno de los tantos factores a considerar cuando se trata de personas que están empezando esta etapa de sus vidas, por lo cual es importante fortalecer la autoestima o poner en práctica habilidades sociales desde la infancia.
“Esto permitirá reducir la probabilidad de desencadenar algún problema de salud mental en un futuro, porque la persona tendrá más recursos o herramientas para afrontar críticas negativas o la presión social”, comenta la especialista en salud mental de SES.
Algunas señales de advertencia a las que prestar especial atención son la falta de comunicación, aislamiento social, problemas de conducta, alteración en la calidad de sueño, aumento y/o disminución del apetito, problemas de aprendizaje, amistades o relaciones no saludables, así como altos niveles de inseguridad, traducidos en sentimientos de fracaso o inutilidad.
En el caso de los padres, es importante validar todas las emociones y sentimientos que pueden estar atravesando sus hijos adolescentes, remplazando la palabra “deberías” por “comprendo”.
“Es primordial generar un ambiente de confianza y calidez para así entablar una relación con una comunicación transparente que permita identificar pronto si hubiera la presencia de algún problema de salud mental, a la vez que permita generar en ellos conciencia de este tipo de trastornos y buscar ayuda especializada cuando sea necesario, sin temor alguno.
La agente comunitaria Pilar Cruzado (derecha), del Programa de Salud Mental, acompaña a una paciente con diagnóstico de esquizofrenia a un centro de salud comunitario en Carabayllo.
Cuidado de salud mental para prevenir el suicidio
A través de nuestro Programa de Salud Mental, desde el 2018 brindamos una respuesta comunitaria, integral y sostenible a personas con condiciones que van desde la depresión y ansiedad hasta la esquizofrenia y otros trastornos mentales graves, promoviendo el acceso oportuno al sistema de salud para fortalecer la cobertura, capacidad y calidad de los servicios de salud mental.
En el último año, más de 13 mil personas accedieron a tamizajes gratuitos para identificar problemas de salud mental, de las cuales más de la mitad aceptaron recibir acompañamiento por parte de SES.
Asimismo, identificamos a más de 800 personas con pensamientos suicidas, logrando que más de la mitad pudieran ser derivadas a centros especializados de salud mental para ser atendidas oportunamente e iniciar una nueva etapa en sus vidas.
Por eso, hoy reafirmamos nuestro compromiso por seguir velando por el bienestar de la salud mental de las poblaciones más vulnerables del Perú, a la par de resaltar la importancia de fomentar una conversación clara, respetuosa y segura sobre la prevención del suicidio.