El empoderamiento femenino: respuesta contra la no violencia a las mujeres

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Mié, Nov 24 2021

Son las 6:00 a.m. en el AA.HH. 4ta Etapa de Juventud Solidaria en Carabayllo. Lidsey, Medaly, Segunda y Joselin se encuentran calentando las piedras en el pequeño y negro fogón que las acompaña desde finales del mes de marzo de 2020, periodo en el que sus vidas cambió a causa de la pandemia generada por la COVID-19, virus que afectó a todos, pero no a todos por igual.   

Ubicados en lo alto del cerro, y frente a la necesidad y escasez, 20 mujeres se unieron y movilizaron a toda su comunidad para formar la olla común “Corazón de Jesús”. Sin ningún presupuesto, agua, desagüe, luz ni infraestructuras para sostenerse, solo con muchas ganas de sacar adelante a sus familias y luchar contra el hambre que rodea los estómagos de los más de 100 miembros de su comunidad. Y es que es el corazón lo que se necesita cuando se trata de ayudar a los más vulnerables. 

Muchas de ellas son madres y padres para sus hijos, por lo que al lado derecho de las precarias instalaciones de la olla común albergan a sus niños, la mayoría menores de 5 años, debido a ello, cada cierto tiempo se acercan y supervisan que estén en buen recaudo. Guiadas por el esfuerzo y coraje ellas no se detienen. Con un pie adelante y otro atrás van en busca de alimentos al mercado mayorista, con mucha suerte lograran tocar el corazón de algún comerciante y bajo el sol traen en sus hombros bolsas de papas, cebollas, tomates y lechugas que no son frescas, pero serán la esperanza de familias enteras que lo perdieron todo en esta pandemia. 

Hoy es un día especial, pues se preparará una rica pachamanca a la tierra. Nos gustaría decir que todos los días ponen en su mesa una comida balanceada y nutritiva, pero está muy lejano a la realidad. La olla común Corazón de Jesús espera a sus comensales con menestras 03 veces por semana y no conoce de pechugas de pollo, ni presas, pues usualmente, cocinan con los huesos del pollo que conforma el esternón, conocido como espinazo. 

 

“Cuando hay, hay, indica una de las madres, pues existen días en los que solo se ofrece un plato de arroz con lentejas y otros días apenas un estofado. El reloj marca la 1:00 p.m. y el olor a leña recibe a una larga fila de niños huérfanos, ancianos en situación de abandono y madres que esperan pacientemente llenar sus tapers. 

Esta es la cruda realidad, que reflejan las más de 2219 ollas comunes que existen en Lima Metropolitana liderado por madres de familia, quienes a lo largo de sus vidas fueron y son víctimas de violencia psicológica, física o sexual, agredidas por sus parejas o inclusive por la misma sociedad que las estigmatiza o discriminada por nacer mujeres. 

En nuestro país, en lo que va del año se ha reportado más de 122 mil casos de violencia atendidos en los Centros de Emergencia Mujer, cifra que no solo impactan directamente en las mujeres, sino también involucra a las futuras generaciones, pues estos estereotipos de género construyen barreras de inequidad, intolerancia e indiferencia que limitan la igualdad de oportunidades para todos.  

Frente a este desafío, Socios En Salud (SES), a través del Programa de Protección Social, con el objetivo de proteger a las poblaciones con mayor vulnerabilidad frente a las causas económicas, ambientales y sociales de la pobreza, la desigualdad y la inseguridad alimentaria, brindó capacitaciones a 157 mujeres líderes ollas comunes en: inocuidad en los alimentos, uso y medidas de protección contra la COVID-19, correcto lavado de manos, nutrición,  salubridad y autogestiones comunitarias, herramientas poderosas para asegurar la sostenibilidad de las ollas comunes y el alimento de 1067 beneficiarios. 

 “Es necesario implementar un enfoque de protección social sensible a la nutrición para influir en la diversidad, inocuidad y cantidad de alimentos consumidos por cada hogar con el fin de mejorar la calidad de su alimentación, su salud y las prácticas de cuidado, entre otros”, manifestó Genaro Ancco, jefe del Programa de Protección Social de SES 

Es en ese instante, cuando el conocimiento se transforma en poder, Lidsey, Medaly, Segunda y Joselin se convierten en las heroínas de su comunidad, pues su labor va más allá de picar, pelar y sancochar papas. Ahora ellas gestionan, administran y optimizan los recursos. Esto hace posible que, por ejemplo, Sara, madre de tres niños, pueda trabajar en el mercado, sabiendo que Diego, su hijo menor de 5 años, podrá conectarse a sus clases por zoom con el estómago lleno y alcanzar un adecuado desarrollo infantil.   

“Quizás yo no tuve la posibilidad de estudiar una carrera técnica, pero con el conocimiento que ahora tenemos, podemos sacar adelante a nuestras familias y a otras que no tienen la posibilidad de asegurar una alimentación diaria”, expresó Joselin, tesorera de la olla común Corazón de Jesús. 

Es ahí cuando el empoderamiento femenino cumple un rol fundamental para combatir la desigualdad de género y poner un alto a la violencia contra las mujeres.  

Estas mujeres líderes han demostrado su gran capacidad de autogestión para enfrentarse a la pandemia y a la desigualdad social. Muchas de ellas, fueron cuestionadas por sus parejas, indicando que era una pérdida de tiempo y abandonarían sus asuntos familiares y de pareja por ocupar cargos en la administración de alimentos en las ollas comunes”, agregó el jefe del Programa de Protección Social.  

Sin embargo, sin importarle el frío, el sol y menos el cansancio, entre risas, pasión y complicidad ellas preparan los alimentos, todas con un mismo objetivo: sacarle la vuelta al hambre. 

No cabe duda de que la unión hace la fuerza, pues a esta incansable lucha por obtener alimentos se incorporó la Municipalidad de Carabayllo y Socios En Salud con la donación de 50 kg de arroz, 24 latas de conserva de atún, 20 kg de menestras, 6 litros de aceites y kits de aseo a más de 137 ollas comunes del distrito de Carabayllo, víveres de primera necesidad que se convertirán en el sustento alimentario frente a la crisis económica y al alza de precios. 

Teniendo en cuenta los determinantes sociales de la salud que aquejan a esta población vulnerable, el Programa de Salud Mental de Socios En Salud brindó soporte emocional a aquellas personas que presentaron problemas de salud mental por medio del ChatBot “BienEstar”. Además a fin de brindar una atención integral, se sumó el Programa de Salud Comunitaria a través de la realización de mamografías para el descarte de posibles lesiones mamarias y se brindó acompañamiento a las personas o familias afectadas por violencia doméstica y económica para su inserción y derivación a programas sociales del Ministerio de Desarrollo e Inclusión social, Centro de Emergencia Mujer, Consejo Nacional para la Integración de la Persona con Discapacidad – CONADIS, acceso al Seguro Integral de Salud (SIS), entre otros. 

 “Nos sentimos muy agradecidas por el apoyo de SES, poco a poco y con la ayuda de nuestra comunidad y de más organizaciones estamos creciendo y manteniendo esta olla común que se ha convertido en la esperanza de muchas familias”, comentó Lidsey, líder de la olla común. 

De esta manera, Socios En Salud continuará con el fortalecimiento de las habilidades y capacidades a las personas que más lo necesitan a fin de crear entornos alimentarios más saludables que hagan frente a todas las formas de malnutrición, enfermedades y desigualdades sociales.