Ayde guarda como un tesoro un grupo de más de 10 fotos que le recuerdan los años difíciles que atravesó cuando se contagió de tuberculosis (TB) en 1998. Pese a los estragos de la enfermedad, las imágenes son un fiel reflejo de su espíritu: en las fotos se ve a una mujer, de apenas 20 años, batallando por salir adelante y superar la enfermedad; en algunas aparece embarazada y en otras con su hijo en brazos.
En otras fotos ella aparece acompañada de tres personas que no ha podido olvidar, aunque hayan pasado más de 25 años desde que iniciara su tratamiento contra la TB con Socios en Salud (SES).
Julia y Anica, las enfermeras voluntarias que viajaron desde Estados Unidos a Perú para sumarse a la labor de SES, y que siguieron de cerca su caso junto a María Morales, agente comunitaria de salud de SES que actualmente sigue en actividad.
“Doy gracias a Dios y a SES por aconsejarme para salir adelante, a la señora María, que se sentaba conmigo y me hacía tomar las pastillas para que no las esconda, y a las señoritas Anica y Julia, que me decían que debía tener fuerza por mi hijito que estaba por nacer”, recuerda Ayde con nostalgia desde su hogar en Puente Piedra.
Por aquellos años, Ayde, quien tenía tres meses de embarazo, vivía en Carabayllo y se contagió de TB un día que visitó la casa de su hermana. Precisamente, fue su hermana quien la contactó con SES, que dos años antes, en 1996, había iniciado labores en Perú para intervenir y fortalecer la lucha contra los casos más complicados de TB en el país. El caso de Ayde era uno de ellos por su embarazo de por medio.
“Tomaba 17 pastillas [al día] y además tenía que recibir una ampolla diaria”, detalla Ayde sobre lo difícil de su tratamiento, que duró un año en total y se extendió incluso meses después de haber dado a luz. Durante todo ese tiempo, Julia, Anica y María la acompañaron en su recuperación que, aunque lenta, fortaleció el lazo que ya habían tejido. Además, su hijo había nacido sano y era toda la motivación que necesitaba.
La emoción que la embarga por recordar esos días no solo se debe al camino que tuvo que atravesar antes de curarse por completo, sino también al hecho de que ella ha sido testigo de que no todos los pacientes de TB creen en su recuperación.
“Yo les digo a todos los pacientes que sigan su tratamiento, que no escondan sus pastillas y que coman a sus horas”, enfatiza.
Por eso, el acompañamiento que no solo se basa en la administración de medicinas sino en el seguimiento y monitoreo constante de los pacientes es vital en este tipo de casos de tuberculosis. A pesar de ser prevenible y curable, esta enfermedad infecciosa cobra la vida de más de 4000 personas cada día a nivel global. En el Perú, anualmente se notifican 27 mil casos nuevos de la enfermedad activa y 17 mil casos nuevos de tuberculosis pulmonar.
Gracias a la labor de SES, Ayde tuvo en Julia y Anica, y sobre todo en María, su agente comunitaria que la veía a diario, a sus guardianas contra la tuberculosis. Como muestra agradecimiento, ellas se convirtieron en madrinas de su hijo, hoy de 24 años y recientemente graduado en la carrera de ingeniería industrial.
Toda esta historia vive en la memoria de Ayde y en las fotos que conserva, dentro de las cuales destaca una en especial, que es más bien una postal con la imagen de una universidad en Boston. Al reverso, se lee un mensaje escrito por Julia que refleja la huella que también dejan casos como el de Ayde en la familia de SES: “Para mi querida comadre, un recuerdo de la ciudad de Boston, donde asisto a la universidad. Donde esté, aunque sea lejos, ustedes siempre están conmigo en mi corazón”.