Como agentes comunitarias de salud, las mujeres también encuentran un camino de empoderamiento 

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Lun, Ago 21 2023

Existe un doble reto para las mujeres que viven en las comunidades más vulnerables de Perú.  

Por un lado, deben abrirse paso en una sociedad que todavía es machista en muchos aspectos. Según ENARES, el 52.7 % de peruanos cree que la mujer debe cumplir su rol de madre y esposa en primer lugar antes que sus propios sueños.  

A esto se suma una serie de dificultades propias de zonas empobrecidas, como carecer de servicios de agua potable y desagüe, problemas de hacinamiento, entre otros. Solo en Lima, según Sunass, hay más de 635 mil personas que no tienen acceso a agua potable, lo que provoca riesgos para la salud como parasitosis y cuadros crónicos de diarrea. 

Sobre estas problemáticas, Delia Lunasco tiene mucho que contar. En su rol como agente comunitaria de salud (ACS) de Socios En Salud (SES), ella no solo se dedica a promover prácticas saludables y acompañar a pacientes en su recuperación, sino que también se ha convertido en una referente de empoderamiento femenino para las mujeres de su comunidad. 

En el 2022, SES entrenó y contó con la participación de 427 ACS a través de 19 proyectos de salud, de las cuales 391 (92 %) eran mujeres.  

Una cifra considerable que refleja el rol activo que asumen mujeres de todas las edades por velar por el bienestar de sus comunidades, a través de una serie de tareas como brindar educación sanitaria, promover prácticas saludables y prevención de enfermedades, ofrecer servicios básicos de atención médica, realizar visitas domiciliarias, identificar problemas de salud y colaborar con otros profesionales de la salud.   

TB Móvil - CarabayllO - Socios En Salud

Un compromiso inquebrantable con la comunidad

Delia Lunasco (54) es agente comunitaria de salud de SES desde hace más de 10 años, pero su compromiso por la salud de su comunidad, en el asentamiento humano El Progreso, en Carabayllo, empezó hace más de 20 años, cuando fue designada promotora de salud. 

En Lima, la gran mayoría de asentamientos humanos están en las faldas de los cerros en las periferias de la ciudad, donde más de la mitad de las familias no cuentan con títulos de propiedad ni acceso formal a servicios básicos, como energía eléctrica, agua potable o alcantarillado.   

Cuando Lunasco empezó a involucrarse como dirigente del Comité Vecinal de su jurisdicción para atender las problemáticas que los aquejaban, su interés por la salud de su comunidad también nació. 

“En los cerros siempre hay decadencia y enfermedades que afectan sobre todo a los niños”, explica. 

Lunasco no siguió una carrera profesional, aunque dice que le hubiera gustado estudiar para ser enfermera después de terminar la secundaria. Su historia es la de muchas mujeres que viven en zonas vulnerables de Perú: su limitada economía y ser madre de seis hijos hizo que ordenara sus prioridades y dejara de lado algunos sueños por dedicarse a su hogar. 

Una encuesta del Instituto de Estudios Peruanos (IEP) estima que en el 82 % de hogares peruanos las mujeres asumen la mayor parte de las labores domésticas, destinando el doble de horas semanales que los hombres a tareas como cocinar, lavar o limpiar. 

No contar con educación superior no fue un obstáculo para que Lunasco, a través de las capacitaciones de SES, se convirtiera en una agente comunitaria con amplios conocimientos en temas de salud y prevención; sin embargo, este rol no siempre fue bien visto en su hogar, sobre todo por su esposo.  

Ella todavía recuerda que cuando ingresó a SES y empezó a salir de su casa por las mañanas y las tardes para visitar a sus pacientes o ir a sus capacitaciones, un día su esposo le propuso que mejor trabajara para él. 

Hasta el día de hoy, Lunasco no olvida su respuesta.  

“¿Y yo qué voy a hacer sentada? No voy a producir nada”, le dijo a su esposo, quien era chofer de bus y le había propuesto trabajar como su copiloto. “En cambio, saliendo [de casa] estoy dando ayuda, porque hay pacientes que no se pueden levantar y tenemos que ir a la búsqueda”. 

Lunasco es consciente de que como agente comunitaria de salud no solo ha dejado una huella positiva en la vida de las personas que ha conocido a través de las actividades de búsqueda, cuidado y acompañamiento comunitario que realiza. También se ha convertido en portadora de un mensaje de empoderamiento para las mujeres de su comunidad. 

“Yo les digo a todas ellas que nosotras somos únicas, que salgan para adelante y no se queden metidas en casa. Somos mujeres líderes, empoderadas”, enfatiza.

I Encuentro Nacional Agente Comunitarias de Salud SES

Durante el I Encuentro de Agentes Comunitarios de Salud, Socios En Salud reconoció a Delia Lunasco por su excepcional labor en el Programa de Tuberculosis y en beneficio de su comunidad.

Hacer frente a los retos

En junio pasado, Lunasco fue reconocida por SES en el marco del Día del Agente Comunitario de Salud, por su labor incansable en el Programa de Tuberculosis y sus años de servicio a la comunidad.  

Para ella, este reconocimiento es el reflejo de su compromiso por la salud de las personas más vulnerables, y también el valor de un trabajo cuyo impacto desconocen muchas personas, incluso dentro del mismo sector salud. 

En ocasiones, Lunasco ha sido testigo de cómo en algunos centros de salud restan importancia a la labor de las agentes comunitarias, a pesar de que suelen tener los vínculos más fuertes y el contacto más frecuente con los pacientes.  

También cree que el machismo sigue siendo un problema en el sector de la salud, lo que hace que el empoderamiento y la educación de las mujeres sean cada vez más cruciales. 

Por eso, las capacitaciones que fortalecen las habilidades de las agentes comunitarias juegan un rol importante en todo esto, en la medida que contribuyen a su rol orientador y educador de cara a las personas de sus comunidades, lo cual las empodera significativamente.  

En su camino, Delia Lunasco no solo ha logrado que mujeres jóvenes se conviertan en promotoras de salud del Centro de Salud El Progreso y agentes comunitarias de SES. También ha superado obstáculos como el que en un inicio le planteó su esposo, que después de ser testigo del valor del trabajo de ella por su comunidad, se involucró y la apoyó incondicionalmente, al igual que toda su familia. 

“Nosotras queremos surgir y salir adelante”.  


Lee también este artículo en inglés en la web de PIH.