En el distrito de Carabayllo, ubicado al norte de Lima, una vecina contó que hay ocasiones en que, tras ir al mercado, regresa a su casa y no encuentra agua. “Esperamos dos horas, tres horas, pero a veces regresa al día siguiente”, destacó.
A más de mil kilómetros, en el distrito de Maras, situado en la provincia de Urubamba, una madre de familia señaló: “Las aguas se están secando, porque el calor está quemando y hasta los nevados se están secando. ¿De dónde vamos a traer agua?”.
Sus testimonios, que dan cuenta de una dura realidad, forman parte de un estudio de base de la situación de salud materno infantil que lideró Socios En Salud (SES), con el objetivo de identificar las necesidades en gestantes y cuidadoras de niños menores diez años.
“Nos dimos cuenta de que las afecciones de salud tienen mucho que ver con la inseguridad hídrica derivada del cambio climático”, afirma Karen Ramos, jefa del Programa de Salud Materno Infantil y Adolescentes (SAMIA) de SES.
Aunque algunos consideren lejanos los efectos de este fenómeno, la línea de base elaborada por SES, junto con la Escuela Pública de Harvard, la División de Salud Global del Brigham and Women’s Hospital, entre otros centros de investigación, muestra que para muchas personas que viven en contextos altamente vulnerables se trata de una problemática actual y urgente.
Los hallazgos se presentaron este mes de abril en una conferencia, organizada por el Instituto Radcliffe de Harvard, en Boston (EE.UU.), donde se intercambiaron experiencias sobre el uso y consumo de agua entre estas comunidades, y se propusieron ideas para mejorar el acceso al agua segura y disminuir las consecuencias del cambio climático en la población.
Las necesidades en Carabayllo
A través de su estudio, SES recabó información sobre las percepciones de la inseguridad hídrica y el cambio climático de las mujeres embarazadas, los cuidadores de niños menores de diez años, los profesionales de salud y miembros de la comunidad.
Las personas entrevistadas describieron impactos directos en la escasez de agua. “En las zonas altas no tienen acceso y compran agua o usan una cisterna que deben subir al cerro hasta cierto punto, porque más allá no llega”, explicó una obstetra.
Asimismo, señalaron que en sus hogares almacenan agua en recipientes. Sin embargo, su disponibilidad es impredecible. Y aunque algunos no reconocieron la huella del cambio climático en la salud, otros resaltaron un aumento de temperaturas y sequías.
Algunas encuestadas, inclusive, previeron que los efectos del cambio climático empeorarán, ya que eventos meteorológicos extremos afectaron de forma directa a comunidades ribereñas.
Por esa razón, la mayoría de mujeres manifestó la necesidad de conocer estrategias para incrementar el ahorro del agua. Y es que las afecciones de salud relacionadas a esta inseguridad hídrica forman parte de sus preocupaciones.
Entre las enfermedades producidas por la escasez de agua, o su mala calidad, incluyeron poca higiene, males dermatológicos, gastrointestinales y respiratorios, especialmente en niños. “El cambio climático provoca tos, resfriados, por la humedad”, sostuvo una participante.
El riesgo de contraer dengue tras las lluvias también fue un punto de interés durante el estudio. A pesar del alto nivel de concienciación sobre las prácticas preventivas, algunos miembros de la comunidad aún observan larvas incluso después de tomar medidas.
Ansiedad por escasez de agua en Maras
“En Cusco, [los efectos del cambio climático] lo sienten en el alma, es hoy día”, señala la Dra. Sonya Shin, profesora asociada de la Facultad de Medicina de Harvard y médico asociada a la División de Salud Global del Brigham and Women’s Hospital.
No es para menos. En el distrito de Maras, el 80% de las mujeres entrevistadas por Socios En Salud presentaron síntomas de ansiedad relacionada a la escasez de agua. “Todas nos sentimos preocupadas. Imagínate de acá en unos años, ¿cómo va a ser? Peor”, dijo una encuestada.
Muchas madres describieron sentimientos de preocupación, estrés y frustración relacionados con las luchas diarias por la falta de agua. La escasez de agua ha aumentado la carga sobre ellas, pues son quienes deben resolver los problemas cotidianos.
La inseguridad hídrica también ha generado estrés y frustración en los niños, quienes no pueden jugar en los exteriores por no tener agua para asearse. Este recurso se prioriza para cocinar en lugar de bañarse, lavarse las manos, limpiar la casa y lavar la ropa.
“[Los niños] estresados también están, porque las mamás les estamos encargando que no se ensucien. Si no hay agua, ¿cómo te vas a ensuciar?”, afirmó una de las madres.
Otro efecto del cambio climático y la inseguridad del agua que destacaron las entrevistadas fue la mala nutrición debido a la pérdida de cultivos, la reducción de la cría de animales y menos ingresos para comprar alimentos diversos. También expresaron preocupaciones sobre una dieta insuficiente e inadecuada, que puede derivar en anemia.
Respuestas a nivel comunitario
En su estudio de base, Socios En Salud también apuntó a buscar respuestas en la misma comunidad frente a la influencia del cambio climático. Así, en Carabayllo, se desarrollaron una serie de propuestas a nivel comunitario:
- Establecer cooperativas de agua a nivel comunitario con una gestión de infraestructura, financiera y regulatoria, llevada a cabo a través de la gobernanza comunitaria.
- Promulgar el intercambio de conocimientos y facilitar la adopción de medidas de conservación y reciclaje del agua.
- Brindar apoyo a las familias que emigran de regiones rurales para facilitar el acceso a la atención médica y minimizar la inseguridad hídrica.
Por su parte, en Maras, las mujeres describieron prácticas de gestión del agua que su comunidad puede implementar para luchar contra la inseguridad hídrica:
- Recargar acuíferos, como la forestación con especies de bajo consumo de agua y la limpieza de manantiales.
- Utilizar conocimientos ancestrales andinos, como el ccocha laccay y la plantación de qqeuña, para conservar fuentes de agua. Algunas comunidades construyen embalses domésticos para almacenar agua de lluvia.
- Organizar a los miembros de la comunidad para limpiar y proteger los manantiales ante la incertidumbre que afrontan proyectos de infraestructura.
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