¿Cómo las brigadas móviles están cambiando la respuesta al VIH en la Amazonía?

El trabajo articulado con comunidades impulsa el tamizaje de VIH y la atención integral en pueblos indígenas de la Amazonía peruana.

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Lun, Dic 1 2025

En la región Amazonas, el VIH registra hoy la tasa más alta del país, con casi 95 casos por cada 100 mil habitantes, casi cuatro veces el promedio nacional. Detrás de esta cifra existen comunidades indígenas con acceso limitado a servicios de salud, territorios de difícil conexión y una brecha histórica de atención que aún persiste en zonas rurales de la Amazonía peruana

En 2019, un estudio oficial mostró que el VIH afectaba con mayor fuerza a los pueblos Awajún y Wampis que al resto del país. En las comunidades Awajún, casi 2 de cada 100 personas tenían el virus —una tasa de prevalencia seis veces más que el resto del país—, mientras que entre los Wampis la cifra fue menor, pero igualmente preocupante. El resultado encendió las alertas sobre una realidad que llevaba años creciendo sin suficiente atención. 

Durante la pandemia, como ocurrió en tantos otros lugares, la prevención se detuvo, los tamizajes se redujeron y las rutas sanitarias se interrumpieron. Cuando el mundo reapareció, el VIH volvió a mostrarse con fuerza: solo entre 2022 y 2023 se registraron cerca de 415 nuevos casos en Amazonas. Fue allí, en ese punto de quiebre, donde la Amazonía volvió a reclamar una respuesta distinta. 

Esa respuesta tomó forma de brigadas y diálogo intercultural. El Ministerio de Salud (MINSA) lidera esta estrategia territorial, mientras que Socios En Salud, en el marco del Proyecto País TB-VIH 2022-2025 y con cofinanciamiento del Fondo Mundial, contribuye a asegurar su sostenibilidad mediante la contratación y fortalecimiento del equipo humano en el territorio, permitiendo que la atención no se interrumpa. 

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Brigadas móviles de VIH en la Amazonía 

No hay intervención sanitaria posible en la Amazonía sin una negociación previa con el territorio. Antes que médicos, llegan las palabras. Por eso, el ingreso a las comunidades Awajún, Wampis y Asháninka se realiza a través de un Equipo de Diálogo Intercultural, conformado por médico, antropóloga, comunicador y técnico indígena. Ellos presentan la estrategia, conversan con las autoridades comunales, traducen, explican y escuchan. 

Después vienen las brigadas. Cuatro Brigadas Móviles Amazónicas, equipadas con cuatro embarcaciones, llamadas chalupas, y personal completo —médico, enfermera, obstetra, técnico indígena y motorista— además de una socióloga que acompaña el trabajo intercultural. No es solo una operación sanitaria: es una logística de confianza sostenida en el tiempo. 

A la fecha, la intervención ha permitido realizar 56,220 tamizajes de VIH y brindar 41,612 atenciones integrales en comunidades indígenas de la Amazonía. Esta atención integral incluye consultas de medicina general, nutrición, descarte de infecciones de transmisión sexual (ITS), además de otros servicios según la demanda local. 

En muchos casos, es la primera vez que una comunidad accede de manera simultánea a prevención, diagnóstico y atención médica continua. Cada jornada de brigada se convierte así en un punto de partida para una relación más estable entre el sistema de salud y el territorio. 

Más de 56 mil tamizajes de VIH y 41 mil atenciones integrales se ha realizado en la región Amazonas este último año.

Una respuesta que ya cambió el paisaje 

Hoy, miles de personas en zonas históricamente excluidas conocen su estado serológico. Comunidades enteras han sido intervenidas por primera vez de manera integral. Equipos de salud locales han sido fortalecidos. Técnicos indígenas han sido formados. Rutas fluviales se han convertido en rutas sanitarias. 

A diferencia de experiencias previas, esta intervención no es episódica. Está pensada para sostenerse en el tiempo, hasta 2025, permitiendo seguimiento, control y acumulación de capacidades. La diferencia entre llegar una vez y quedarse es, en salud pública, la diferencia entre una anécdota y una transformación. 

En este Día Mundial del SIDA, el éxito no está solo en las cifras —aunque 56 mil tamizajes y más de 41 mil atenciones integrales son contundentes—, sino en algo menos visible: en la idea, todavía joven pero firme, de que vivir con VIH no implica vivir al margen. 

En algún punto de un río amazónico, una chalupa avanza con pruebas rápidas, vacunas, fichas clínicas y hielo para conservar muestras. Avanza también con una idea simple y poderosa: que la salud no debe ser un privilegio geográfico. Y que el acompañamiento, cuando es real, también cura.