Si algo extraña Paloma (21) de su natal Condorcanqui, provincia situada en el departamento de Amazonas, es la comida regional. Por eso, suele preparar tacacho con cecina en su habitación de ‘El Muro’. Así apodan a la casona del Centro de Lima —que acoge a mujeres transgénero como ella— por el bloque de concreto que resguarda la entrada.
Su mejor comensal es N., una adolescente trans de 15 años que hace un año llegó también desde Condorcanqui a este antiguo recinto, ubicado en la avenida Nicolás de Piérola. Comparten su comida con Daniela (23), quien, aunque proviene de Iquitos, se siente paisana de sus dos vecinas. Al lento calor de los fogones, una amistad se ha cocinado entre ellas tres.
“Sola no se puede cocinar ni comer”, sostiene Paloma.
Y tampoco trabajar. Entrada la noche, las tres suelen salir juntas a la calle. Es una medida que han tomado para enfrentar situaciones de violencia y discriminación a las que están expuestas por su identidad de género. Ellas, al igual que un 62,2% de mujeres trans en Perú, según cifras de la Defensoría del Pueblo, consideran el trabajo sexual como única opción de empleo.
En Socios En Salud (SES) buscamos involucrarnos en estas dinámicas para brindar una atención de salud más cercana con la población transgénero, considerada una de nuestras comunidades prioritarias por su condición de vulnerabilidad. Sabemos que, si intervenimos de manera integral, logramos una mayor adherencia al sistema de salud.
Más que un personal de salud
Paloma cuenta que ella y sus amigas suelen despertarse entre las nueve y diez de la mañana. Ella, la más puntual entre las tres según bromea Daniela, empieza su jornada de trabajo a las cuatro de la tarde y regresa a ‘El Muro’ a las diez de la noche, aunque hay días en que arranca tarde. “Si salgo a las diez u ocho de la noche, regreso a las 12 o una de la mañana”, dice.
En JunTrans, intervención comunitaria de nuestros programas de salud, alineamos nuestras acciones tomando en cuenta estos horarios laborales. “Tratamos de entender a cada una de ellas desde su posición. No venimos como personal de salud. El trato es empático para que ellas se abran con nosotros”, apunta Carla Rodríguez, coordinadora del proyecto.
Partimos desde los pequeños detalles. Si se va a realizar un tamizaje de tuberculosis (TB), VIH u otras infecciones de transmisión sexual (ITS), entonces se programan a partir del mediodía hasta altas horas de la noche. Además, se consideran los espacios familiares a la comunidad para iniciar la búsqueda activa de nuestra población clave.
Una actividad que grafica esta disposición es nuestra presencia en los campeonatos de vóley que de vez en cuando organizan las mujeres trans de Lima. Por ejemplo, en la inauguración del torneo que se llevó a cabo en el distrito de Comas el 25 de febrero, el equipo de JunTrans asistió y realizó 30 pruebas de detección de VIH. En SES procuramos jugar en todas las canchas.
Acceso a terapia hormonal
Daniela no siente nostalgia por el lugar en el que nació. “No me gusta la selva, mucho calor hace”, dice. Están de acuerdo con ella N. y Paloma, a quienes las altas temperaturas de la Amazonía les produce ardor sobre las zonas de su cuerpo en las que se han inyectado aceite y silicona al no poder costear una cirugía estética ni la ingesta de hormonas.
“Me gustaría hacerme de todo”, afirma Paloma. Pero limitaciones económicas y un personal de salud no siempre capacitado en minorías sexuales y de género conlleva muchas mujeres trans a pagar por alternativas riesgosas para su salud. JunTrans, en ese sentido, ha emprendido un piloto de terapia hormonal con siete beneficiarias que a la fecha se atienden de forma gratuita en el Policlínico Socios en Salud, ubicado al este de la ciudad de Lima.
Alberto Mendoza, médico infectólogo de Socios En Salud, resalta la importancia de que médicos capacitados monitoreen la «terapia hormonal para feminización». «Las personas que se automedican corren el riesgo de desarrollar efectos adversos por medicación o dosis inapropiadas. También pueden estar desarrollando efectos leves, pero si no se tratan pueden complicarse y ser muy perjudiciales», indica.
Un paso adelante en salud mental
Además del clima tropical, las tres amigas de “El Muro“ reconocen que hay otra razón para no extrañar su tierra. “Al principio siempre hay sufrimiento”, dice N. en alusión al trato desigual que sufrió en su hogar por su identidad de género. “Ya no quiero regresar, me acostumbré (a Lima), hay distritos que son más bonitos donde hay turistas para conocer”, agrega Paloma entre risas.
María Fernanda Amézquita, psicóloga del proyecto, precisa que entre la comunidad trans abundan los casos de “violencia pasada” ejercida por la familia. “Entre las pacientes que llegué a tamizar, había mucha violencia psicológica y física; en algunos casos, incluso violencia sexual que ellas normalizaban por vergüenza o por miedo”, indicó.
La evidencia es corroborada por una encuesta que SES publicó en 2021: un 82% de mujeres trans en Lima presentaron síntomas depresivos por la discriminación y violencia que padecen. Por eso, desde el 2022 hasta la actualidad, JunTrans viene ofreciendo un servicio de atención de salud mental para adultos transgénero.
Paloma, Daniela y N. —ellas bien lo saben—no están solas.
Tu donación hace la diferencia. Haz clic aquí y ayúdanos a llevar la cura contra la injusticia social a más comunidades.