En diciembre de 2023, Kioshi Vásquez, un joven de 19 años que vive en Lima, Perú, estaba en su trabajo cuando comenzó a toser. No la sintió como una tos cualquiera. Cuando llevó la mano a la boca, vio rastros de sangre que lo dejaron alarmado.
«Fui de emergencias al hospital. Me dijeron que no era nada grave, así que me pusieron una inyección para evitar la hemorragia y el sangrado. Y ahí quedó», recuerda.
Aquel día le sugirieron hacerse una prueba adicional para descartar tuberculosis (TB). Se sometió a varios análisis, todos con el mismo resultado: negativo. Sin embargo, la tos persistía. Y la sangre también.
«Estaba muy asustado, porque no sabía qué tenía», admite. «No le dije a nadie del trabajo, porque pensé que me podían despedir».
Kioshi no tenía a quién recurrir. Desde hacía un tiempo vivía solo tras atravesar problemas familiares y distanciarse de su hogar. La independencia que había buscado ahora se sentía abrumadora. Entonces decidió hacerse una radiografía. Unos días antes de Navidad le dieron el diagnóstico: tuberculosis.

Kioshi Vásquez, 20 años. Enfrentó la tuberculosis multidrogorresistente (TB-MDR) con determinación desde su diagnóstico a finales de 2023.
Foto de Diego Díaz / SES
«En ese momento, yo, bueno… dije ahora qué hago. Vivo solo, no sé qué hacer», dice.
Tras realizarse más pruebas para determinar el tipo de infección, supo que su tuberculosis era resistente a un medicamento. «Me volví MDR», dice, refiriéndose a la tuberculosis multidrogorresistente (TB-MDR), una de las formas más difíciles de tratar de la enfermedad.
En Perú, uno de los países con mayor carga de tuberculosis en Latinoamérica, se detectan alrededor de 1,500 casos de TB-MDR cada año, según el Ministerio de Salud (MINSA). A nivel global, muchas personas ni siquiera llegan a ser diagnosticadas a tiempo. La Organización Panamericana de la Salud (OPS) señala que de las 400,000 que desarrollaron TB-MDR, en 2023, solo el 44% recibió un diagnóstico y acceso al tratamiento.
Kioshi pertenece a ese grupo que logró obtener un diagnóstico, pero recibir la noticia no significaba que el camino estuviera claro. La TB-MDR implicaba un tratamiento más largo y agresivo, con una duración de hasta dos años que incluían entre dos y tres inyecciones diarias y la ingesta de cientos de pastillas. «Era muy difícil, la verdad, muy difícil», dice.
El acompañamiento que hizo la diferencia
Como vivía en Carabayllo, un distrito al norte de Lima, Kioshi fue derivado al Centro de Salud Raúl Porras Barrenechea para iniciar su tratamiento. La proximidad facilitaba su acceso, pero el primer día no se presentó.
«En realidad no fui hasta que la enfermera a cargo me llamó y me dijo que tenía que ir sí o sí, o mi enfermedad podía empeorar», reconoce. «No voy a negar que había veces que no iba, porque era ir todos los días y tenía que trabajar y no me daba el tiempo. Pero dentro de mí sabía que tenía que recuperarme y no simplemente rendirme».
Fue entonces cuando Socios En Salud (SES) entró en contacto con él.
Desde 2022, SES viene desarrollando Eliminación de la TB, una estrategia integral para combatir la tuberculosis en zonas claves como Carabayllo y Lima Metropolitana. La iniciativa se basa en tres pilares fundamentales: búsqueda, tratamiento y prevención.
Para detectar casos de TB de manera temprana, el equipo realiza actividades de búsqueda activa en poblaciones vulnerables, utilizando radiografías portátiles y pruebas moleculares. Pero el esfuerzo no termina en el diagnóstico. El enfoque contempla también el acompañamiento durante el tratamiento, asegurando que la persona afectada continúe hasta su recuperación.

Kioshi siendo acompañado por Betsabé Roman, coordinadora de proyecto en el Programa de TB de Socios En Salud.
Foto de Diego Díaz / SES
Este trabajo se lleva a cabo en estrecha coordinación con centros de salud del MINSA, como el Raúl Porras Barrenechea. Solo en 2024, la intervención de Socios En Salud permitió detectar 81 casos de TB latente, 29 de TB sensible y 3 de TB-MDR en Carabayllo.
«Intervenimos (en el tratamiento de Kioshi) cuando la enfermera nos informó sobre su caso», explica Hilda Valdivia, técnica de enfermería del proyecto.
Para Kioshi, ese respaldo marcó una diferencia. Mientras lidiaba con el impacto del diagnóstico y los efectos secundarios del tratamiento, que lo dejaban profundamente agotado, sin ganas de continuar, comenzó a recibir visitas domiciliarias del equipo de Socios En Salud.
«Así monitoreábamos su tratamiento, conocíamos cómo se sentía, identificábamos sus necesidades y evaluábamos qué tipo de apoyo podíamos ofrecerle. También acudíamos al establecimiento de salud para coordinar sus requerimientos, ya fuera la realización de análisis o consultas médicas», detalla Valdivia.
El acompañamiento no solo garantizaba que siguiera su tratamiento, sino que también abordaba dificultades sociales que podían poner en riesgo su recuperación. «A través del Programa de Protección Social, en algún momento se le apoyó con víveres, evaluaciones clínicas y acompañamiento psicológico constante», añade la técnica de enfermería.
Con el tiempo, el miedo y la incertidumbre con los que Kioshi inició su tratamiento comenzaron a disiparse. Aún tenía un camino por recorrer, pero ya no estaba solo. «Socios En Salud me ayudó mucho en el tiempo donde yo estaba sin nadie», dice.

Kioshi contó con el acompañamiento del equipo de Eliminación de la TB, del Programa de TB de Socios En Salud, que le brindó víveres, soporte psicológico y otras formas de apoyo clave para continuar con su tratamiento.
Foto de Diego Díaz / SES
La fuerza de seguir adelante
Si algo puede rescatar de todo lo vivido, Kioshi reconoce que la enfermedad le dejó una lección. «(La tuberculosis) me hizo replantearme realmente quién soy y cómo soy con los demás», reflexiona.
Como muchas personas afectadas por esta enfermedad, en varios momentos sintió miedo de contar su diagnóstico de TB a quienes lo rodeaban: su familia, sus compañeros de trabajo e incluso la dueña del cuarto donde vive. Sin embargo, la experiencia le enseñó el valor de la empatía y la importancia de combatir el estigma.
Luego de un mes y medio recibiendo inyecciones diarias, el Comité Nacional de Evaluación de Retratamientos (CNER), un órgano del MINSA responsable de evaluar los casos complejos de TB y TB-MDR, decidió que Kioshi siguiera un esquema acortado y completamente oral, facilitando su proceso de recuperación.

Este año, Kioshi fue dado de alta tras su diagnóstico de TB-MDR. Su historia refleja el poder del acompañamiento en el camino hacia la recuperación.
Foto de Diego Díaz / SES
Este 2025, tras pasar por un cultivo de esputo, Kioshi dio negativo a la tuberculosis y fue dado de alta médica. «He vuelto a hacer actividad física, porque he estado un año sin hacer absolutamente nada de deporte. Pero sin hacer mucho esfuerzo, solo lo justo y necesario», dice.
Hoy, con 20 años, este joven mira hacia adelante con otra perspectiva. Superar la TB-MDR no solo significó recuperar su salud, sino también descubrir su propia resiliencia. Su historia es un testimonio de cómo la tuberculosis sigue siendo un desafío, pero también de cómo, con diagnóstico oportuno, tratamiento adecuado y acompañamiento, la recuperación es posible.
«He tenido muchas bajas, me ha sido muy difícil poder controlar las situaciones, pero a la larga o la corta se puede. Mi consejo es resistan y sigan adelante», afirma.
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